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La intolerancia a la frustración.

Foto del escritor: Rocío Córdoba (Psicóloga)Rocío Córdoba (Psicóloga)

La frustración es un sentimiento cotidiano y normal cuando las cosas no salen como esperamos o queremos que salgan. Todos hemos sentido frustración en algún momento. El problema está cuando nuestras reacciones a lo que nos frustra nos genera un malestar excesivo y nos aleja de conseguir aquello que queremos. Aquí te explicamos qué es la intolerancia a la frustración y te damos algunas estrategias para combatirla.


¿Qué es la intolerancia a la frustración? Las personas con baja tolerancia a la frustración, tienen una sensibilidad excesiva hacia todo aquello que les resulta desagradable: No toleran la incomodidad, los contratiempos, las trabas o problemas. No soportarán la demora en la satisfacción de sus deseos, ni ningún sentimiento o circunstancia que pueda resultarles desagradable. Estas personas suelen presentar estados de estrés, enfado, ansiedad, tristeza, resentimiento. Normalmente, tienden a victimizarse y a culpar a otros de lo que les pasa.

Es frecuente que los adultos que sufren intolerancia a la frustración se rindan antes de conseguir sus metas. Los niños tienden a tener baja tolerancia a la frustración, pero esto es debido a su propia inmadurez cognitiva. Por ello es importante enseñarles desde pequeños a aceptar la frustración, a perseverar y a no darse por vencidos, a que no siempre van a tener aquello que quieren.


La tolerancia a la frustración hace referencia a cómo nos enfrentamos y manejamos la frustración. Como hemos dicho, la frustración es un sentimiento normal y cotidiano, que no tiene nada de malo. Es un indicador de que las cosas no han salido como queremos.


Pero cuando la no consecución de nuestras metas no nos deja ver más allá, nos obsesiona, nos enfada y hace que desistamos de nuestro objetivo, es cuando tenemos problemas. La baja tolerancia a la frustración puede, incluso, llevarnos a evitar emprender tareas o proyectos, simplemente por la posibilidad de no conseguir llevarlas a cabo como a nosotros idealmente nos gustaría. También llevarnos a la procrastinación con facilidad, y todo lo que ello conlleva.


Rasgos de las personas con poca tolerancia a la frustración:

Las personas con intolerancia a la frustración tienen ciertas creencias irracionales. Estos son pensamientos que surgen de forma automática, que nos hacen sentir mal y suelen ser drásticos y dramáticos (“no puedo soportar esto”, “esto es intolerable”, “debería…”, “siempre”, “nunca”). En la vida no podemos evitar las dificultades y las frustraciones, por mucho que lo intentemos. Es parte de la vida. Por ello debemos aprender a manejar estas emociones, para transformarlas en algo constructivo y que no nos amarguen la vida.


Estrategias para aumentar la tolerancia a la frustración:


1. Cambia tu actitud hacia la no consecución de tus metas.

La gran mayoría de las veces, las cosas no son tan catastróficas como podemos pensar. Y somos bastante capaces de lidiar con lo que se nos pone en el camino. Además podemos aprender de las frustraciones, nos enseñan que eso que hemos hecho no funciona. Busca otras estrategias, otros caminos.


Reflexiona si realmente sería tan horrible que las cosas no salieran como lo planeado, o no consiguieras lo que te ha propuesto. Pregúntate qué es lo más horrible que podría suceder. O si realmente, esa situación es tan intolerable. También, prueba a calificar del 1 al 10 cuan terrible es la situación, siendo 10 lo peor que puedas imaginar. ¿Es tan terrible como un accidente de coche o ser despedido? Esto te puede ayudar a darte cuenta de que esperar 10 minutos a ser atendido no es algo tan terrible.


2. Cambia tu actitud hacia la frustración.

La frustración es una emoción normal, que nos indica que no vamos por donde nos gustaría. La frustración es incómoda, pero es tolerable. No huyas del sentimiento de frustración, pero tampoco te recrees en el. Acéptalo y déjalo pasar. Céntrate en otra cosa. Prueba a buscar estrategias diferentes para conseguir lo que quieres, con sus ventajas e inconvenientes. Ten en cuenta que la solución ideal no existe.


3. Identifica tus creencias irracionales.

Las creencias irracionales son pensamientos que aparecen sin que nosotros queramos y nos hacen sentir mal, tristes y enfadados. Cada vez que te encuentres molesto o frustrado, atiende a tus pensamientos. ¿Qué clase de pensamientos y afirmaciones surgen? Apúntalas en un papel. Identifica tus debería, siempre, nunca, no puedo, no soporto, es intolerable… Anota también cómo te hacen sentir esos pensamientos y cuestiona su utilidad. Por último, busca alternativas más plausibles y que te hagan sentir mejor.


4. Practica la frustración.

Las personas con intolerancia a la frustración suelen evitar las situaciones en las que creen que van a frustrarse. Cuanto más evitamos las situaciones que tememos, más nos cuesta luego enfrentarnos a ellas. La mejor estrategia para dejar de temerle a la frustración es enfrentarse con esas situaciones frustrantes. Exponte a ellas. Haz una lista de situaciones que suelen frustrarte. Comprométete a exponerte al menos una de ellas a la semana. Comienza con las más fáciles y ve aumentando su dificultad.


5. Toma medidas.

Una vez que hemos identificado aquellas cosas que suelen frustrarnos, el siguiente paso es tomar medidas para adaptar esas situaciones y que nos resulten menos frustrantes en la medida de lo posible. Si te resulta frustrante, por ejemplo, esperar a la gente impuntual, o esperar en colas, o perder el tiempo en el transporte público, piensa en algo que puedas hacer durante ese tiempo para que no sea una pérdida de tiempo. Prueba a leer, escuchar la radio… Piensa en cómo puedes modificar esa situación para reducir la frustración.


6. El retroceso no es un fracaso.

Hay veces, en las que en el camino para llegar a nuestro objetivo, se producen retrocesos, recaídas. Las personas con intolerancia a la frustración creen que en un proceso todo tiene que salir bien y cada vez mejor. Por ello es importante que se den cuenta de que esto forma parte de un proceso normal. La vida se compone de altibajos. Los momentos bajos nos hacen apreciar mejor los momentos de éxito y felicidad. Pero, en absoluto, un momento de retroceso significa que haya fracasado. Permítete fallar, retroceder. A veces es necesario retroceder para coger carrerilla. En los momentos de retroceso, mantén la calma y huye de los pensamientos negativos (“soy un inútil”, “nunca lo voy a conseguir”). Practica la paciencia y la constancia.


7. Diferencia los deseos de las necesidades.

Todos tenemos preferencias y deseos. Nos gustaría que todos nos trataran como queremos, que las cosas salieran de una manera determinada, pero no dejan de ser deseos, no son necesidades primarias. Las necesidades son algo sin lo que no podemos vivir, como alimentos, sueños, relaciones sociales… Haz una lista con tus deseos y otra con tus necesidades. Luego analiza bien cada elemento de las listas: ¿Es esto realmente una necesidad? ¿Qué ocurriría si no obtuvieras esto? ¿Sería tan grave?


8. Analiza la situación.

Muchas veces nos frustramos porque no sabemos cómo ha podido salir mal o no sabemos qué hacer. Cuando no hayas obtenido los resultados esperados en alguna situación analiza lo que has hecho. Piensa en posibles alternativas al comportamiento menos adecuado e intenta incluir las cosas positivas de la conducta inadaptada. Poco a poco llegarás a la mejor alternativa de acción.


Si necesitas ayuda para aprender a llevar las frustraciones puedes ponerte en contacto conmigo en www.adapsicapsicologia.com.






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